A principios de los años 80 del siglo pasado el Dr. Ryke Geerd Hamer descubrió algo revolucionario. Encontró las claves biológicas del desarrollo de lo que llamamos “enfermedad”. Las denominó las Cinco Leyes Biológicas de la Naturaleza.
A raíz de ser diagnosticado de un cáncer, tras la trágica muerte de su hijo Dirk, sospechó que ese evento traumático, que duró cuatro meses, podría tener relación con la aparición del tumor. Trabajando posteriormente en una Clínica Oncológica en Alemania pudo comprobar y verificar que todas las personas diagnosticadas de distintos tipo de cáncer habían sufrido situaciones dramáticas de forma inesperada que vivieron en soledad frente a las cuales no fueron capaces de elaborar una respuesta en aquel momento. Se encontró con una relación exacta entre cada tipo de cáncer y una situación vivencial determinada.
Al preguntarse cómo una situación vivencial tan importante podía manifestarse en un determinado órgano, encontró unas señales visibles en los TAC cerebrales realizados a sus pacientes. Dichas señales, a modo de círculos concéntricos, en distintas zonas del cerebro las pudo relacionar de forma exacta con las situaciones vivenciales y con los órganos involucrados en los procesos de cada persona. Estableció entonces la Primera Ley, a la que llamó Ley Férrea del cáncer.
El desarrollo posterior de su trabajo sacó a la luz la Segunda Ley Biológica que explicaba el desarrollo en el tiempo del programa biológico iniciado ante el evento traumático vivido por la persona. Dicho programa constaba de dos fases: una fase fría, de estrés, y una fase caliente, de relajación y reparación. Ello concordaba con lo que la Medicina Académica enseña desde siempre; la existencia de “enfermedades frías” y “enfermedades calientes”. Posteriormente pudo descubrir que este programa no solamente era aplicable a todos los casos de cáncer sino a todas las demás enfermedades.
Perseverando en su investigación pudo encontrar que los diversos tejidos del cuerpo se comportaban de forma diferente durante el desarrollo del programa descrito en la Segunda Ley según su derivación embriológica. Concretamente, en el caso del cáncer encontró tumores que crecían en la fase fría y otros tipos de tumores que crecían durante la fase caliente reparativa. Estableció de esta forma la Tercera Ley Biológica.
La Cuarta Ley Biológica hace mención al papel de los microbios en el desarrollo de estos programas. Pudo comprobar que era un error considerar a los microbios (bacterias, virus, hongos y micobacterias) con los agentes causales de enfermedades. Por el contrario, estos microorganismos se activaban cuando era necesario a lo largo del programa biológico descrito en la Segunda ley para llevar a cabo la correcta reparación de los tejidos a lo largo del mismo y poder concluir una correcta cicatrización o encapsulamiento de las lesiones producidas en su desarrollo.
Por último, describió la Quinta Ley Biológica. A través de ella se ponía de manifiesto que todos esos programas tenían un sentido biológico concreto. Todo tenía una explicación bio-lógica.
Con este descubrimiento cambiará nuestra percepción de lo que conocemos desde siempre como “enfermedad”, ya que nos hace conscientes de que no es más que un proceso que se inicia en respuesta a una incapacidad de adaptación ante situaciones límite que la vida nos confronta. Por tanto, la responsabilidad de comprensión de nuestras capacidades nos corresponde a cada uno de nosotros. Es una oportunidad de autoaprendizaje de nuestras capacidades de relacionarnos en el mundo. Y, por tanto, la solución no puede venir “desde fuera”, ya que nosotros somos los únicos que tenemos las llaves de la autosanación. Ello no implica que, ante lo dicho, debamos adoptar una actitud pasiva. En momentos determinados necesitaremos ayuda para aliviar los síntomas derivados de las alteraciones que se producen en los órganos durante un proceso, a veces no exentos de gravedad.
Así, de forma resumida, este conocimiento descubierto por el Dr. Hamer explica por qué “enfermamos”, cómo se desarrolla lo que llamamos “enfermedad”, cómo se adapta el cuerpo durante el proceso, cómo participan los microorganismos durante el mismo y para qué “enfermamos”. Con esta explicación es razonable esperar que, si integramos profundamente el mensaje que conllevan las Cinco Leyes Biológicas, desaparezca el miedo, el pánico, el terror a un diagnóstico médico, sabiendo que es nuestra propia naturaleza latiendo, gritando desde nuestro interior para hacernos más conscientes de nosotros mismos.
Ahora tienes la oportunidad de estudiar las Cinco Leyes Biológicas. Durante el Curso intensivo desarrollaremos en profundidad cada una de las Cinco Leyes Biológicas, continuando con la descripción de los mapas cerebrales y los conflictos biológicos que activan los distintos programas.
Posteriormente abordaremos de forma somera el aprendizaje y reconocimiento de la célula como elemento básico constituyente de un ser vivo y de los tejidos que componen nuestro organismo con sus características más importantes.
Una vez establecidas estas bases entraremos en el estudio pormenorizado de los diversos programas biológicos estudiando cada uno de los órganos del cuerpo distribuidos por aparatos, haciendo una mención previa de las características anatómicas y fisiológicas de cada uno de ellos para facilitar la comprensión de una forma más completa.
Finalmente, se abordará el estudio de lo que el Dr. Hamer denominó las Constelaciones Esquizofrénicas, es decir, los cambios mentales y de comportamiento que se producen cuando se activan más de un programa localizados en las mismas zonas anatómicas de ambos hemisferios cerebrales.
Por Dr. Miguel Angel Morales
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